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miércoles, enero 10, 2007

Oddball 


La verdad es que tengo un poco abandonado el blog. Hay un montón de cosas que influyen, entre ellas, obviamente, que en cuanto tengo un poco de tiempo libre, me dedico al jaco, pero en realidad lo que ocurre es que no ha habido ningún "trigger" a mi juicio que me haga reflexionar lo suficiente como para justificar una entrada de blog.

Hasta ahora.

No tiene nada que ver la revelación, un poco shocking, de que algunos miembros de mi familia política leen mi blog. Me parece bien, si está en Internet y publicamente, no tengo ningún derecho de queja, espero asimismo que de manera recíproca ninguno de ellos se queje de lo que pongo en mi blog. Quid pro quo.

La verdad es que podría escribir de las malditas navidades, que cada año soporto peor a pesar de que mi mujer es el espíritu de la Navidad, o de mi experiencia mística corriendo la San Silvestre (un descubrimiento, nenes, con cero entrenamiento), o de mi amiga Pilar, que lleva en una relación autodestructiva cinco años, que he ido viviendo en directo su espiral descendente y que acaba de culminar en un aborto provocado de la sanguijuela que le está jodiendo la vida (junto con su propia incapacidad de tomar las riendas de la misma). Todo ellos temas interesantes, pero no lo suficientemente "shocking" como para que me ponga a reflexionar sobre ellos en voz alta.

No, en realidad es que me he dado cuenta de una cosa realmente curiosa, y es que soy un "oddball" en todas partes.

Me explico: La expresión "oddball" es difícil de traducir, viene a ser algo así como un bicho raro, pero también algo que desentona o no encaja.

Cual ha sido la magdalena proustiana que me ha hecho lanzar todo este torrente de reflexión: La cara que puso mi familia política cuando en el regalo invisible que realizamos entre todos (Que por regla general es de una mortífera previsibilidad) me regalaron un bootleg de los Deep Purple, cortesía de algún vendedor espabilado que conectó las pocas referecias que le pudieron dar (Toca musica ruidosa y tal) de una manera bastante correcta(podía haberme caido un recopilatorio de Chimo Bayo).

Que de entre la avalancha de jerseys y bestsellers (También hay honrosas excepciones) saliera algo como eso me hizo sentirme totalmente "oddball". Mi familia política debe temer como la muerte que les regale o les toque regalarme algo, porque es salirse de los rieles. Es de agradecer el esfuerzo que se dan por integrarse en un universo que les tiene que parecer alienígena como el mío, pero a lo que voy es que no son los únicos.

Chicos, es que soy el rojo entre los nacionales, el nacional entre los rojos, el friki entre los tradicionales, el tradicional entre los frikis, el jebitrón entre los pijos, el jebi pastelero entre los jebis (Aupa Marnofler!), el de la cáscara amarga en mi familia política y el burguesón entre los amigos de mi hermano. El no alineado entre los maridos de las amigas de mi mujer, y la persona que ha perdido cuatro o cinco grupos de amigos de resultas de sucesivas rupturas sentimentales, pero que mantiene amigos de cada uno de ellos durante décadas.

Si no fuera porque soy consciente de que no soy ninguna de esas cosas, realmente sería un caso esquizofrénico completamente curioso.

En realidad lo que soy es un calcetín desparejado. Bueno, no, en realidad mi mujer y yo somos dos calcetines, uno de cada color, longitud y textura, que hacemos un par imposible sobre el papel, pero que una vez puestos, más que calcetines somos guantes.

Ya sabemos aquello de los tres lados de cada historia: El tuyo, el mío y la verdad, pero es que en realidad la cosa realmente se pone graciosa cuando la figura que representa tu vida termina siendo algo parecido a un sociograma king-size. Como decían los Who, Who are you?

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